miércoles, 10 de octubre de 2007

En contra del Che

Quizá el retrato del Che sea la fotografía más famosa del mundo. Tanto así que luce bien en camisetas, parches, tatuajes…en todo en donde quepa un estampado. Es una replicación descontrolada de la que todo el mundo se apropia y de la que cada quien la acomoda a sus convicciones. El rostro de Che Guevara, barbado, de boina con una estrella y mirando hacia el horizonte parece ser la estampa más popular que alude a la rebeldía.Y es en virtud de esa replicación acomodada en donde lo replicado empieza a banalizarse y a falsificarse. La figura del Che Guevara, el ícono por excelencia de la izquierda latinoamericana, es usada para vender accesorios y para que el consumidor exhiba su rebeldía. Una supuesta rebeldía al statu quo que no hace más que reproducirlo. O una rebeldía que sólo se levanta sobre un retrato.Si llamo la atención hacia una banalización del Che no es porque él merezca una especial solemnidad. Lo hago porque la banalización no hace sino esconder las arbitrariedades y los abusos que él cometió. Dentro de ellos, las ejecuciones sumarias durante la lucha guerrillera en Cuba: asesinatos que perpetró a soldados ya rendidos e inermes; pena de muerte por haber sido reclutado por el ejército del dictador Batista y hecha efectiva por el comandante argentino. Por cierto, tal grado, el de comandante, junto con su famosa estrellita, se lo otorgó el líder de la revolución, el sátrapa caribeño de Fidel Castro.

Y las arbitrariedades del comandante Che Guevara no se limitaron a los escenarios insurgentes. Continuaron cuando hacía parte del gobierno cubano; ahí ya se trataba de la purga de cualquier enemigo de la revolución: colaboradores imperialistas. De los primeros que sintieron el peso de la “justicia” revolucionaria fueron compañeros de la guerrilla; combatientes que se dieron cuenta de que el nuevo gobierno no iba a ser la panacea que prometió Castro y que fueron capaces de cuestionarlo. Militantes como Huber Matos, a los que se les hicieron juicios en donde el veredicto se conocía de antemano —culpable de atentar contra la revolución—, la defensa era insignificante, y donde solo quedaba por conocer la condena. Matos estuvo recluido por 20 en prisión. Y como si fuera poco, el Che efectúo crímenes de estado. Pena de muerte por no haber huido como Batista. La prisión de La Cabaña en la Habana fue un patíbulo en donde el comandante Guevara hacia efectiva las ejecuciones. No importaba la vida del condenado, todo debía hacerse en pro de la revolución, lo que debía exterminar cualquier remanente del antiguo régimen.

Un aspecto notable en los movimientos revolucionarios que triunfan es que reproducen las atrocidades del régimen que reemplazan. El gobierno Batista fue de los más represivo y corrupto. Pero el de Castro no fue más democrático ni compasivo. Y el Che no fue el más inocente ni el más liberal. Y eso para no hablar de su pésima gestión en la Banca Central de Cuba.Después del fracaso de la economía cubana el Che se marchó para exportar la revolución “a los demás pueblos oprimidos de la tierra”. Y cuando abandonó Cuba Fidel lo traicionó: lo abandonó a su suerte. En el Congo la revolución no cuajó y salió huyendo. En Bolivia tampoco contó éxito ni con la suerte que tuvo en África. Lo atraparon y lo asesinaron. Allí se convierte en el mártir que muere joven y por sus convicciones; pero el ser asesinado por estas no significa que sean acertadas. Por los crímenes que cometió, por el legado de violencia guerrillera que dejó en América Latina, por su contribución en un régimen totalitario, al Che no lo puedo ver como un humanista de pensamiento libertario. De ahí que no lo vea como un héroe o a alguien de admirar. De ahí que yo hubiera estado de acuerdo cuando lo borraron de la fachada del León de Greiff.

Y las arbitrariedades del comandante Che Guevara no se limitaron a los escenarios insurgentes. Continuaron cuando hacía parte del gobierno cubano; ahí ya se trataba de la purga de cualquier enemigo de la revolución: colaboradores imperialistas. De los primeros que sintieron el peso de la “justicia” revolucionaria fueron compañeros de la guerrilla; combatientes que se dieron cuenta de que el nuevo gobierno no iba a ser la panacea que prometió Castro y que fueron capaces de cuestionarlo. Militantes como Huber Matos, a los que se les hicieron juicios en donde el veredicto se conocía de antemano —culpable de atentar contra la revolución—, la defensa era insignificante, y donde solo quedaba por conocer la condena. Matos estuvo recluido por 20 en prisión.Y como si fuera poco, el Che efectúo crímenes de estado. Pena de muerte por no haber huido como Batista. La prisión de La Cabaña en la Habana fue un patíbulo en donde el comandante Guevara hacia efectiva las ejecuciones. No importaba la vida del condenado, todo debía hacerse en pro de la revolución, lo que debía exterminar cualquier remanente del antiguo régimen.Un aspecto notable en los movimientos revolucionarios que triunfan es que reproducen las atrocidades del régimen que reemplazan. El gobierno Batista fue de los más represivo y corrupto. Pero el de Castro no fue más democrático ni compasivo. Y el Che no fue el más inocente ni el más liberal. Y eso para no hablar de su pésima gestión en la Banca Central de Cuba.Después del fracaso de la economía cubana el Che se marchó para exportar la revolución “a los demás pueblos oprimidos de la tierra”. Y cuando abandonó Cuba Fidel lo traicionó: lo abandonó a su suerte. En el Congo la revolución no cuajó y salió huyendo. En Bolivia tampoco contó éxito ni con la suerte que tuvo en África. Lo atraparon y lo asesinaron. Allí se convierte en el mártir que muere joven y por sus convicciones; pero el ser asesinado por estas no significa que sean acertadas.Por los crímenes que cometió, por el legado de violencia guerrillera que dejó en América Latina, por su contribución en un régimen totalitario, al Che no lo puedo ver como un humanista de pensamiento libertario. De ahí que no lo vea como un héroe o a alguien de admirar. De ahí que yo hubiera estado de acuerdo cuando lo borraron de la fachada del León de Greiff.

Duván Rozo Riaño

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este escrito me parece un intento de lograr confusion y fragmentacion entre la comunidad universitaria.
El che es y será un simbolo de la lucha de nuestros pueblos aunque sea satanizado por el mercado y las clases oligarquicas que tratan de desprestigiar el proceso revolucionario que actualmente atraviesa nuestro continente.
Estudiantes de antropologia, que triste que gran parte de ustedes sean borregos de los procesos desestabilizadores y hegemonicos del terrorismo de estado.