miércoles, 10 de octubre de 2007

Kino-PravdaGrupo de Antropología Audio-Visual).

Estimados compañeros,

Para nosotros es una lástima anunciarles que el simposio K.A.O.S. (Comunicación y Antropología,Organización de lo Sensible) ha sido cancelado en el marco del XII Congreso de Antropología. Primero que todo queremos pedir disculpas a las personas y colectivos que nos manifestaron su apoyo y que se tomaron el tiempo de escribir una ponencia para nuestro espacio de reflexión-acción en torno a las relaciones entre la comunicación y la antropología. La motivación principal para tomar esta decisión,s e relaciona directamente con las condiciones bajo las cuales este congreso se desarrollará: la tendencia progresiva a la privatización de la educación superior a través de su mercantilización y elitización. A este respecto, tenemos varios indicios que nos permiten sustentar nuestra resolución: 1. No estamos de acuerdo con los elevados precios que se cobraran a la integralidad de los participantes del congreso (ponentes y organizadores incluidos).

A este respecto nuestra posición fue radical: En nuestro simposio no sele debía cobrar la inscripción ni a los organizadores, ni a los ponentes, mucho menos a los invitados. Igualmente, nos manifestamos encontra de que solamente los estudiantes inscritos o "matriculados" en el congreso tuvieran acceso a las discusiones. 2. En este contexto nos enteramos que la Universidad Nacional -nuestra "Universidad"-desde su administración se aleja a una velocidad vertiginosa de su carácter público y de las tareas que la nación le encomendó desde su creación: democratización del conocimiento, compromiso con la realidad del país y defensa de sus intereses. Ideales bajo los cuales nosotros como kino-pravda fuimos formados. En la medida que dichas banderas las hemos peleado y defendido no solamente como estudiantes sino como profesionales, nos parece totalmente incongruente que un Congreso que lleva el sugestivo título de "Compromiso Social y Desafíos de La Antropología en América Latina", se desarrolle sin miramientos bajo los parámetros de neo-liberalización de la educación. Hacemos esta acusación bajo el conocimiento que la Universidad Nacional a pesar que apoya el Congreso, le cobra a su Comité Organizador cifras exorbitantes por el alquiler de sus espacios, lugares que definitivamente están en tránsito deconvertirse en espacios privatizados, los cuales se ofrecen al mejor postor. Igualmente denunciamos públicamente la actitud arbitraria y heterodoxa del ministerio de cultura, entidad que en cabeza de su administración es capaz de argumentar que ellos no financian la presentación del grupo de salsa Juvenil "La 33", simplemente porque: "[...] eso no es cultura". Semejante demostración de ignorancia nos sorprende precisamente porque se trata de un congreso de Antropología.

El contexto anterior evidencia hasta qué punto los parámetros de mercantilización y elitización del conocimiento, se despliegan bajo procesos que indefectiblemente obligan a las personas a cargo de la organización de eventos académicos a recurrir a la financiación de dichos espacios desde los mismos demandantes. Esta óptica unilineal y miope reproduce el imaginario liberal de que son "individuos" en su carrera desenfrenada por el estrellato intelectual quienes se benefician de estos espacios y no la comunidad en general. Así las cosas, y teniendo en cuenta las multitudinarias movilizaciones estudiantiles que se realizaron a lo largo del semestre anterior, precisamente contra todos estos procesos, nos parece que lo más coherente es no dejar que “las cosas pasen…”, bajo el argumento recurrente entre profesores y profesionales universitarios de que una cosa es el pensamiento y otra es la acción transformadora. Para finalizar, creemos que nuestra posición si quiere ser acorde con nuestra argumentación, no debe quedarse en lamentaciones. Desde este punto de vista les proponemos aquellos que manifestaron su interés de participar en K.A.O.S.a expresarse y a avizorar la posibilidad de realizar nuestro evento en un lugar alternativo en el que podamos además de compartir ideas, sembrar y cuidar las semillas de nuestra resistencia. Con un saludo cordial,

Carlos Duarte.
Kino-PravdaGrupo de Antropología Audio-Visual).

El tropel del 9 de octubre

Hoy, martes 9 de octubre, hubo una reyerta en el campus que implicó a la policía ESMAD y a encapuchados. ¿Y el motivo? ¿Acaso la conmemoración de un aniversario más del asesinato del Che? — ¿Y es que acaso se necesita un motivo para provocar y causar desmanes?—. Algo que me causa desazón de lo que acontece en nuestra universidad es la recurrencia de los tropeles; y lo que me parece peor de ello es la complacencia con la que se ven. Para mi pesar tengo compañeros que los aplauden, los alientan, y que se enrolan en las cuadrillas que los provocan.Hoy ni siquiera pude ingresar al campus. Cuando llegué al mediodía habían dado la orden de desalojo. Y me indigna tanto que no me dejen ingresar a mi universidad. Sé que la orden se da desde las directivas, pero esta se da debido a lo incontrolable que se vuelve el campus en medio de las reyertas. Hoy no quería pasar de agache, dejé de lado mi indiferencia y me decidí a actuar; no aguanté más permanecer en silencio. Llegué a la puerta de la calle 45 y al saber de la refriega me dirigí a la de la calle 26.Como siempre en estos casos los espectadores a las afueras del campus formaban aglomeraciones. Las pasé de largo y me acerqué a donde estaban los capuchos. Al frente de la fotocopiadora con el aviso de Reprograph los manifestantes pusieron dos mesas como barricadas. Y ahí fue en donde empecé a expresas mis reclamos en voz alta, vociferando. “¡¿Y así es que defienden la universidad pública?!” grité. Dos encapuchados se percataron de mi presencia y de mis airadas expresiones; me replicaron, también airadamente, expresando su inconformismo con la policía. Que cuántos estudiantes habían matado este año me preguntó uno. Le respondí con una pregunta: “¿cuántos?”, a lo que me dijo: “¡pues averigüe!”.El segundo me recriminó que si tenía plata para estudiar en la Javeriana o en los Andes. El hombre estaba convencido de que su actuar y la refriega contribuían a la preservación de la educación pública; el expresarle mis discrepancias por lo contraproducente que son los tropeles le molestó tanto que me respondió con preguntas clasista, en las que implícitamente expresaba discriminaciones entre ricos y pobres. Así las cosas, los no tan privilegiados como para estudiar en universidades privadas teníamos el deber de apoyarlos. Noto aquí un resentimiento de los encapuchados; como si ser rico fuera pecado, como si hubiera cualidades intrínsecas en ser estudiante de una universidad pública o serlo en una privada.

Los espectadores que estaban al interior del campus me abuchearon. Yo les expresaba lo perjudicial que eran los tropeles. Les dije que le hacían daño a la autonomía pues provocaban una intervención directa de la policía sobre la universidad —espero no haberla tergiversado aquí, profesora Myriam—. Les recordaba los estragos en la planta física. Tratando de insultarme me gritaron sapo, uribista, paramilitar. Otro que cubría su rostro con una máscara antigases me conminaba a que me marchara: “lárguese, parce. Lárguese” le escuchaba con esa voz encerrada. Y otros más me tomaban fotografías. Algunos me descalificaban no por lo impertinente, ni por lo descabellado, ni por lo ridículo que pude haber sido. Me descalificaban porque según ellos yo estudiaba en una universidad privada. De nuevo el resentimiento de los manifestantes, los que resultan ser más clasistas y más segregativos que las élites. Ellos desconocen que tenemos compañeros de universidades privadas, que la Nacional acoge por cuenta de convenios; desconocen también que tenemos excelentes profesores egresados de prestigiosas universidades privadas.

Otro encapuchado, esta vez más energúmeno que los anteriores me reprochaba gritando mi indiferencia ante los obreros. La indiferencia, desde luego la juzgaba él, pues fungía como la autoridad capaz de reconocer mis pensamientos y los equívocos de los mismos; equívocos que hacían que me comportara como el alienado defensor del statu quo. Y la verdad es que no sé a cuántos obreros les puede haber importado la reyerta de hoy; me pregunto en qué se puede beneficiar un obrero con lo ocurrido. Y sobre todo me pregunto en qué nos beneficiamos nosotros, los universitarios, con los enfrentamientos con la policía. Para más muestras de rechazo hacia mi, alguien me arrojó un pequeño recipiente con pintura, lo que algunos celebraron. La pintura manchó la parte posterior del buzo que tenía puesto, mi maleta, mi oreja izquierda, el lente izquierdo de mis anteojos y algunas pequeñas gotas salpicaron mi rostro y mi cabello. Sólo estaban dispuestos a escuchar lo que quieren oír; es un esquema autoritario en el cual no caben las discrepancias. Y si alguien se opone y hace manifiesta esa oposición debe ser silenciado. No importa cómo, las descalificaciones ad hominem y las agresiones están para ejercer censura y convertir en enemigo al opositor.

En verdad el ESMAD de la policía está involucrado en violaciones a Derechos Humanos. El asesinato de Johnny Silva en el campus de la Universidad del Valle y el de un menor de edad en una marcha del 1 de mayo —el cual no era manifestante sino transeúnte— en Bogotá, da para que se desconfíe de ese cuerpo policíaco. Pero las tropelías con este no sirven de nada. Como si con ellas se hiciera justicia o se aclararan los crímenes. Para esa labor está la Fiscalía, la que ya adelanta investigaciones contra el ESMAD en esos casos. Me resisto a las ansias autoritarias que pretenden imponer el mismo pensamiento en todos, en el cual las discrepancias son censurables y merecedoras de ser silenciadas. ¿De cuándo a acá defender la universidad pública implica causar estragos en su planta física? ¿De cuando acá defender la universidad pública implica la manipulación de explosivos? ¿De cuando acá defender la universidad pública implica censurar a alguno de sus miembros? Dicen defender la universidad pública pero no defienden lo público de la universidad. Después de haber sentido la pintura fría en mi rostro y de haber tenido discusiones bizantinas e inútiles con espectadores complacientes de los capuchos me retiré. Al menos dije lo que tenía que decir.

Duván Rozo Riaño

En contra del Che

Quizá el retrato del Che sea la fotografía más famosa del mundo. Tanto así que luce bien en camisetas, parches, tatuajes…en todo en donde quepa un estampado. Es una replicación descontrolada de la que todo el mundo se apropia y de la que cada quien la acomoda a sus convicciones. El rostro de Che Guevara, barbado, de boina con una estrella y mirando hacia el horizonte parece ser la estampa más popular que alude a la rebeldía.Y es en virtud de esa replicación acomodada en donde lo replicado empieza a banalizarse y a falsificarse. La figura del Che Guevara, el ícono por excelencia de la izquierda latinoamericana, es usada para vender accesorios y para que el consumidor exhiba su rebeldía. Una supuesta rebeldía al statu quo que no hace más que reproducirlo. O una rebeldía que sólo se levanta sobre un retrato.Si llamo la atención hacia una banalización del Che no es porque él merezca una especial solemnidad. Lo hago porque la banalización no hace sino esconder las arbitrariedades y los abusos que él cometió. Dentro de ellos, las ejecuciones sumarias durante la lucha guerrillera en Cuba: asesinatos que perpetró a soldados ya rendidos e inermes; pena de muerte por haber sido reclutado por el ejército del dictador Batista y hecha efectiva por el comandante argentino. Por cierto, tal grado, el de comandante, junto con su famosa estrellita, se lo otorgó el líder de la revolución, el sátrapa caribeño de Fidel Castro.

Y las arbitrariedades del comandante Che Guevara no se limitaron a los escenarios insurgentes. Continuaron cuando hacía parte del gobierno cubano; ahí ya se trataba de la purga de cualquier enemigo de la revolución: colaboradores imperialistas. De los primeros que sintieron el peso de la “justicia” revolucionaria fueron compañeros de la guerrilla; combatientes que se dieron cuenta de que el nuevo gobierno no iba a ser la panacea que prometió Castro y que fueron capaces de cuestionarlo. Militantes como Huber Matos, a los que se les hicieron juicios en donde el veredicto se conocía de antemano —culpable de atentar contra la revolución—, la defensa era insignificante, y donde solo quedaba por conocer la condena. Matos estuvo recluido por 20 en prisión. Y como si fuera poco, el Che efectúo crímenes de estado. Pena de muerte por no haber huido como Batista. La prisión de La Cabaña en la Habana fue un patíbulo en donde el comandante Guevara hacia efectiva las ejecuciones. No importaba la vida del condenado, todo debía hacerse en pro de la revolución, lo que debía exterminar cualquier remanente del antiguo régimen.

Un aspecto notable en los movimientos revolucionarios que triunfan es que reproducen las atrocidades del régimen que reemplazan. El gobierno Batista fue de los más represivo y corrupto. Pero el de Castro no fue más democrático ni compasivo. Y el Che no fue el más inocente ni el más liberal. Y eso para no hablar de su pésima gestión en la Banca Central de Cuba.Después del fracaso de la economía cubana el Che se marchó para exportar la revolución “a los demás pueblos oprimidos de la tierra”. Y cuando abandonó Cuba Fidel lo traicionó: lo abandonó a su suerte. En el Congo la revolución no cuajó y salió huyendo. En Bolivia tampoco contó éxito ni con la suerte que tuvo en África. Lo atraparon y lo asesinaron. Allí se convierte en el mártir que muere joven y por sus convicciones; pero el ser asesinado por estas no significa que sean acertadas. Por los crímenes que cometió, por el legado de violencia guerrillera que dejó en América Latina, por su contribución en un régimen totalitario, al Che no lo puedo ver como un humanista de pensamiento libertario. De ahí que no lo vea como un héroe o a alguien de admirar. De ahí que yo hubiera estado de acuerdo cuando lo borraron de la fachada del León de Greiff.

Y las arbitrariedades del comandante Che Guevara no se limitaron a los escenarios insurgentes. Continuaron cuando hacía parte del gobierno cubano; ahí ya se trataba de la purga de cualquier enemigo de la revolución: colaboradores imperialistas. De los primeros que sintieron el peso de la “justicia” revolucionaria fueron compañeros de la guerrilla; combatientes que se dieron cuenta de que el nuevo gobierno no iba a ser la panacea que prometió Castro y que fueron capaces de cuestionarlo. Militantes como Huber Matos, a los que se les hicieron juicios en donde el veredicto se conocía de antemano —culpable de atentar contra la revolución—, la defensa era insignificante, y donde solo quedaba por conocer la condena. Matos estuvo recluido por 20 en prisión.Y como si fuera poco, el Che efectúo crímenes de estado. Pena de muerte por no haber huido como Batista. La prisión de La Cabaña en la Habana fue un patíbulo en donde el comandante Guevara hacia efectiva las ejecuciones. No importaba la vida del condenado, todo debía hacerse en pro de la revolución, lo que debía exterminar cualquier remanente del antiguo régimen.Un aspecto notable en los movimientos revolucionarios que triunfan es que reproducen las atrocidades del régimen que reemplazan. El gobierno Batista fue de los más represivo y corrupto. Pero el de Castro no fue más democrático ni compasivo. Y el Che no fue el más inocente ni el más liberal. Y eso para no hablar de su pésima gestión en la Banca Central de Cuba.Después del fracaso de la economía cubana el Che se marchó para exportar la revolución “a los demás pueblos oprimidos de la tierra”. Y cuando abandonó Cuba Fidel lo traicionó: lo abandonó a su suerte. En el Congo la revolución no cuajó y salió huyendo. En Bolivia tampoco contó éxito ni con la suerte que tuvo en África. Lo atraparon y lo asesinaron. Allí se convierte en el mártir que muere joven y por sus convicciones; pero el ser asesinado por estas no significa que sean acertadas.Por los crímenes que cometió, por el legado de violencia guerrillera que dejó en América Latina, por su contribución en un régimen totalitario, al Che no lo puedo ver como un humanista de pensamiento libertario. De ahí que no lo vea como un héroe o a alguien de admirar. De ahí que yo hubiera estado de acuerdo cuando lo borraron de la fachada del León de Greiff.

Duván Rozo Riaño